Después del susto de anoche, solo quería reposar, y que me mimaran mucho.
Ya quedaba menos para la ecografía de las 12 semanas,¡Me moría de ganas! Iba descontando días del calendario.
Esos días Mario y yo estuvimos de aquí para allá haciendo un montón de cosas para el bebé, estábamos ansiosos. Eso de ser papis nos venía grande y queríamos informarnos de todo.
Fuimos al ayuntamiento, a informarnos de las ayudas para padres jovenes (pocas, pero alguna hay). Y la verdad que no nos aclararon nada, por no ser madre trabajadora no tenía apenas ninguna ayuda, salí indignada... O sea si tienes trabajo te ayudan económicamente (que me parece estupendísimo) pero, ¿si no lo tienes no?
Lo único nos apuntaron en una asociación(No recuerdo el nombre) en la que nos daban charlas y pañales gratis... Algo es algo.
En esa semana nos empezaron a hacer regalitos para lentejita, unos patuquitos, baberos, bodys y algún chupete.
Cada cosita de bebé que veía me mataba de amor, ¡Me sentía toda una mamá!
La alegría duró poco cuando esa noche para mi sorpresa, volví a sangrar (El mismo flujo marrón), la verdad que se me vino el mundo encima, no me podía creer que otra vez estuviera fallando algo ahí dentro.
Fuimos a urgencias, pero a un hospital distinto a la otra vez, ya que no salí del todo contenta del anterior hospital por el trato y la mala explicación que tuvieron conmigo.
Una vez en urgencias, (En ese hospital si dejaron pasar a Mario) nos atendieron rapidísimo, entre en la consulta y ,
- ¿Qué ha ocurrido? -Preguntó la médico
- Estoy de casi 11 semanas, y acabo de sangrar un poco, pero flujo marrón, no sangre de regla.
- Bueno vamos a ver que todo esté bien, ¿vale?
-Vale- conteste mientras iba a la camilla aguantandome las lagrimas
Ver que todo fuera bien? ¡Joder! Tenía que ir bien, -pensé
- Mira Isabel, ahí esta el pequeñin, ¿le ves? Está muy implantadito.
Mis lagrimas no aguantaron más dentro de mis ojos, y empezaron a caer...
(Que preciosas son las lagrimas de alegría)
- Menos mal -dije dando un suspiro, ahí está.
Le pregunte que porque había sido el sangrado, y me dijo que tenía muy sensible el cuello del útero y que con cualquier roce, o con las relaciones sexuales, se me rompían venitas de propio cuello, que no tenía porque preocuparme, pero que no tuviera relaciones sexuales para mayor precaución.
Salí contenta, mucho más que la otra vez del otro hospital ¡Menuda diferencia!
El lunes 27 de enero, tenía cita con mi gine otra vez (La pedí cuando ocurrió lo del segundo sangrado para comentárselo) A esa cita no podía venir Mario, ya que trabajaba, y me acompañó una amiga, ¡Nos moríamos por volver a verle! (Ella por primera vez)
Cuando entre se lo comenté todo, y me dijo que si todo estaba bien no me preocupara, que me tumbara en la camilla para ver que todo seguía bien.
Me tumbe en la camilla (una vez más) mirando atenta a ese monitor que ya se había convertido en mi mejor imagen.
Pero de repente... La cara de mi ginecóloga cambió por completo, sabía que algo pasaba, su cara me lo decía todo.
Seguía sin decír nada, pero yo sabía que algo iba mal.
Con la voz entrecortada... ;
- Isabel, el pequeñ@ no tiene apenas latido
No pude decir nada...
- Tiene latido pero va muy lento.
Seguí callada... Como hablara empezaba a llorar
-¿Cuándo te miraron en el hospital estaba todo bien?-Me preguntó
-Si respondí, (Y las lagrimas empezaron a caer por mis mejillas)
-Puede ser una ráfaga (No recuerdo el nombre) que le dan a veces a los fetos en el vientre de la madre, y que por eso no conseguimos pillar bien el latido.
No quise responder más, me vestí y me senté enfrente de la gine;
- Vamos a esperar una semana ¿Vale? ven el lunes que viene, y te hacemos otra ecografía, si el latido sigue tan flojo, habrá que interrumpir el embarazo.
No recuerdo mi respuesta, solo sé que salí de la consulta sin ser yo, envuelta en lagrimas...
Era la primera vez que no veía una lentejita, ni un puntito, le había visto ya a él formadito, sus brazos sus piernas TODO, pero el corazón se le iba apagando... quería morirme.
Si su corazón se apagaba el mío nunca sería igual
Nada más salir llame a Mario, se lo conté y juntos eramos un mar de lagrimas, no sé que mas nos dijimos lo único que recuerdo es:
- Cariño, todo saldrá bien.
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