viernes, 23 de enero de 2015

Mi pequeña estrella fugaz.

¿Todo saldría bien?
Lo dudaba tanto...
Me pasaba los días poniendo múscia al pequeñaj@ a ver si su corazoncito cogía el ritmo necesario para sobrevivir.
Daba paseos para activarle, y no paraba de hablarle y acariciarle.
Le contaba todos mis planes de futuro con él, le hablaba de cuál sería su guardería, le decía lo mucho que le quería y las ganas que tenía de que siguiera dentro de mi. Le contaba una y otra vez lo inesperada que fue su llegada y lo preciosa que había convertido mi vida en tan solo tres meses.

A veces me daban los bajones y no podía dejar de llorar, asimilando que le iba a perder, pero en otras ocasiones me venía la actitud positiva pensando que él podía, que su corazoncito aún tenía latido y que no había nada perdido, como se suele decir.. La esperanza es lo último que se pierde, sólo quería trasmitirle positividad.

Deseando llegar el lunes y que mi ginecóloga me dijera que su corazón había cogido ritmo.

Pasaban los días, y poco a poco se acercaba el lunes, el gran lunes.
Pero algo no quiso que llegaramos, cuando el viernes 31 de enero, sangre un poquito, seguía siendo muy poco , pero lo suficiente para darlo todo por perdido..
Otra vez a urgencias, yo ya estaba sin ganas de nada, sabía lo que me iban a decir pero no quería oirlo..
¿Cómo superaría ese golpe?

Cuando llegamos no tardaron nada en atenderme;
-Isabel Navacerrada
Entre, y sin que me preguntará nada , le dije:
-Estoy de casi 12 semanas, y acabo de sangrar unas gotitas.
(No le dije lo que me dijo mi ginecologa, en verdad no sé porqué, pero no podía, no me salía... si lo decía sentía que ya no estaba conmigo)
Me tumbo en la camilla y me empezó a mirar...:
- De cuánto me habías dicho que estabas?
-De 11+5 -respondí
-El peque no tiene latido, parece que lleva unos días sin él, porque tiene el tamaño de 10 semanas,
(Los fetos cuando mueren empiezan a encogerse)

Por mucho que te esperes que te van a decir algo, nunca te lo imaginas del todo hasta que lo oyes, hasta que lo ves.
Me puse a llorar como una loca, y ella intentó consolarme:
- Eres joven, no te preocupes, hay muchos embarazos que no se completan, la mayoría y más siendo primeriza...
No quería oirla más, mi cabeza se fue a no sé donde, pero deje de oir, quería salir de esa consulta y abrazar a Mario, necesitaba salir ya de ahí.
Cuando mi mente volvió en sí, la medico seguía hablando, y empecé a escucharla:
- Isabel, mañana tenemos que ingresarte para provocarte la expulsión del feto.
-Hoy no podemos ingresarte porque tiene que ser en ayunas ... lleva este volante arriba, mañana estate aquí a las siete de la mañana sin desayunar.


Nada más salir, estaba mario mirandome expectante, esperando que le dijera que todo estaba bien, pero no, salí corriendo y le apachurre en un abrazo, me fundí en él.
No quería hablar solo abrazarle, él tampoco quería preguntarme, las palabras sobran en muchos momentos.
-Te quiero -me susurró


Se lo conté a mi madre, no aguantó las lagrimas tampoco. Fuimos Mario y yo a mi casa, mi madre me había comprado un montón de palmeras de chocolate... estuve todo la tarde llorando, de verdad que no recuerdo un día peor que ese.
Tenía miedo a como sería lo que me harían mañana.
Mi madre me comentó que era como un parto, me provocarían contracciones, me harían dilatar, y ellos mismos me le sacarían....
No quería saber nada del mundo, sin lugar a duda estaba sintiendo el dolor más grande que había sentido nunca...

Me dormí super pronto, era la única manera de no pensar....

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